lunes, noviembre 27, 2006

Argentina: Salta, Mendoza, Península Valdés

Ché pibes, ¿cómo andás? Nosotros ya rebien en tierras Argentinas, ya en Patagonia cerca de los glaciares. La primera impresión de Argentina, de eso hace ya una semana y media, fue bastante positiva. Aunque el norte es bastante parecido a Bolivia, se denota un toque europeo. Simplemente la diferencia en los transportes, carreteras, el no-regateo y el no tanto agobio a turistas es un gran cambio. No es que sea todo a mejor, pero es diferente, y más parecido a lo que estamos acostumbrados.
De la frontera con Bolivia tomamos un bus hacia Salta "la linda". Cuando llegamos a la estación nos asaltaron unas diez personas ofreciéndonos hostel (todavía se nota la influencia boliviana...). Finalmente nos decidimos por el hostel Correcaminos (40 pesos habitación doble con baño compartido = 12€). El hostel estaba bien, con cocina, un pequeño bar, Internet gratis y un ambiente bastante festivo, sobre todo, entre los trabajadores. La primera noche estuvimos conversando con alguno de ellos y tomando unas cervecitas, que no vienen mal después de tanto autobús y para paliar el sofocón que hacía por esas tierras. También charlamos con un chico israelita sobre la vida en general y la situación en su país... pero eso es otra historia demasiado complicada para explicar ahora.
Al día siguiente lo dedicamos a pasear por el centro de la ciudad y en ir a comer nuestra primera "parrillada", mmmmm rico, rico!! El lugar es bastante recomendable, sobre todo por el precio 18 pesos una parrilada para dos, ¡que son unos 5 €!
Salta es una ciudad tranquila de origen colonial. Tiene casa muy bonitas de la época. También es bastante comercial. Hay un par de calles peatonales repletas de tiendas. Nuria se cortó el pelo allá por 2 pesos (unos 50 céntimos), je, je!!! Eso sí, era una escuela así que mucho no puedes pedir y el look que le dejaron no es de lo más chic pero sobra y basta.
El segundo día lo dedicamos a sus alrededores. Primero tomamos el teleférico al cerro desde donde se tiene unas bonitas vistas de la ciudad. Después fuimos a San Lorenzo, un pueblo muy cercano a Salta donde llueve muchísimo más (y eso que solo hay 12 km de distancia) y tiene una vegetación semi-selvática. Allá se pueden hacer trekkings, ir a caballo, etc. Pero la suerte no corría de nuestro lado y, cómo no, llovía a cántaros. Así que sólo vimos la entrada al parque, muy bonita por cierto, mientras comíamos en un restaurante cercano esperando a que se le antojara parar. Como no fue así volvimos a Salta y dimos un paseo por el mercado artesanal.
El tercer día teníamos planeado ir a visitar la quebrada de Humahuaca. Es un valle a unas tres horas de Salta famoso por sus montañas multicolores y sus típicos pueblecitos. Como nos levantamos un poco tarde sólo tuvimos tiempo de visitar uno de los pueblos, Tilcara, y sus ruinas pre-hispánicas, Pucara. El resto de la quebrada lo vimos desde el autobús... mucho mejor si dispones de varios días para ir tomando buses de pueblo en pueblo y dormir en alguno de ellos. Peeero, la vida del viajero con poco tiempo es así.
Nuestro último día en Salta lo dedicamos a hacer algunos trámites que teníamos pendientes y a tomar la última cervecita en la plaza. También enviamos un paquete con cosas que nos sobraban a Buenos Aires, donde lo recogeremos en menos de un mes. Quizás nuestra estancia en Salta no fue muy productiva, pero eso sí, dormimos muchíiiiisimo!
A las 16.00 horas tomamos un bus cama hacia Mendoza, el cual tardaría unas 17 horas en llevarnos a la capital del vinito, je, je!! El viaje, aunque suena largo, no se hace tan pesado. Te sirven merienda, cena y desayuno y vas viendo pelis. Así que los viajes en autobús no son tan malos aquí.
En Mendoza nos hospedamos un hostal nuevo regentado por una maestra retirada que tiene una hija viviendo en Granada y que nos explicó bastantes cosas de la zona y del país. Compartimos habitación con una pareja en la que coincidimos en el autobús y que ya habíamos visto por Uyuni. ¡Qué pequeño es el mundo! No haces más que encontrar a la misma gente por el camino.
La ciudad nos gustó bastante. Hacía un calor tremendo pero gracias a la arboleda que cubre toda la ciudad se pasa mucho mejor, es como la ciudad bosque. Mendoza está llena de plazas y de calles con terracitas para tomar algo. La verdad, una ciudad sin grandes atractivos turísticos pero muy agradable.
Los dos primeros días los dedicamos a planear un poco cómo llegar al Calafate, donde nos encontramos ahora. Nuestra primera intención era ir hasta Bariloche donde pasaríamos una o dos noches e ir hacia Calafate. Pero, ¡sorpresa!, nos enteramos que no había bus de Bariloche a Calafate. Ahí es cuando empezó nuestra crisis de cómo narices montamos el viaje. Las opciones eran dos: o dejarte un pastón en aviones (pasando por Buenos Aires o Santiago de Chile) o pasarte dos días enteros dentro de un autobús hasta Río Gallegos y de ahí tomar otro bus de otras 5 horas hacia Calafate, mmmm ninguna muy tentadora. Al final, como buenos catalanes, optamos por la opción más barata, el bus, pero con una pequeña variación que marcó la diferencia. El viaje hasta Río Gallegos lo partiríamos en dos y así pasaríamos un día en Península Valdés para ver las ballenas. Llegar a esta conclusión nos llevó cerca de dos días. Son los inconvenientes de ser una par de indecisos y de viajar por cuenta propia, ya que se pierde tiempo y a veces dinero.
Finalmente, conseguimos hacer algo de provecho en la zona de Mendoza y decidimos hacer una visita relámpago al Aconcagua. Tomamos un bus hacia puente del Inca, el pueblo que está más cerca del parque nacional y desde donde parten muchas de las expediciones para subir la montaña. Allí pasamos la noche en el refugio de montaña "La vieja estación" (20 pesos por persona, unos 6€). El lugar era un poco cutre pero disponía del único bar del pueblo y el dueño y el guía del hostel eran de lo más simpáticos y habladores. Tomamos unas cervezas allá mientras ellos y varios lugareños jugaban al billar. Al día siguiente, disponíamos de unas horas para ir al parque donde se encuentra el famosos Aconcagua (Centinela de piedra en quechua). Para ir hicimos un trekking desde el pueblo de unas 3 horas. Se pueden hacer trekkings mucho más largos si dispones de tiempo. Con tres o cinco días puedes acercarte a la base de la montaña desde donde puedes percibir mucho mejor la magnitud del cerro. Para subir a la cima se necesitan unos 20 días, además de estar bien preparado y tener dinero para pagar los permisos y los guías. Así que nada, nosotros nos conformamos con mirarlo desde lejos. Mejor que nada...
A media mañana tomamos el bus de vuelta hacia Mendoza donde tomaríamos el bus hacia puerto Madryn (Península Valdés). ¡Un día entero en el bus!
Llegamos a Puerto Madryn a las 19 horas del día siguiente. Disponíamos de exactamente un día para visitar la península. El bus hacia Río Gallegos salía a la misma hora que llegamos pero al día siguiente. Un poco locura, pero finalmente lo conseguimos. Las excursiones para la península llegaban alas 19.30 horas de la tarde, así que perdíamos nuestro bus hacia el siguiente destino, además eran bastante caros (115 pesos por persona sólo el transporte). Así que decidimos alquilar un coche (200 pesos por un día) e ir por nuestra cuenta. Sale muchísimo mejor y si llenas el coche pues ya no te cuento! Mientras alquilábamos el coche nos encontramos con Sota, el chico japonés con el que habíamos coincidido en el tour de Uyuni (¡otra coincidencia!). Nos vino que ni pintado porque se unió al tour y así compartimos los gastos.
A la mañana bien temprano salimos con el coche hacia Puerto Pirámides, el único pueblo que hay dentro de la reserva de Península Valdés (hay que pagar otros 30 pesos para entrar) y desde donde se toman los botes para avistar las ballenas (otros 65 pesos...). Estuvimos sobre una hora persiguiendo a una ballena y a su cría. ¡Muy majos y grandes los bichos!
Después fuimos hacia Punta Cantor donde vimos Elefantes marinos. Lo malo es que en esta época están cambiando el pelo por lo que no se pueden meter en el agua y tampoco comen. Así que se pasan el día tirados en la orilla como si estuvieran muertos. A pocos kilómetros de allí hay una pingüinera y allí nos dirigimos. ¡Qué graciosos los pingüinitos! Finalmente, fuimos hacia Punta Pirámides donde hay lobos marinos. No sabemos si estos también estaban cambiando el pelo pero estaban tirados en la orilla como muertos.
Volvimos a Puerto Madryn sobre las 17h para devolver el coche y tomar nuestro bus hacia Río Gallegos y desde allí otro para el Calafate, donde estamos ahora esperando a Bibi (una amiga de Dublín), la nueva incorporación al grupo que se quedará con nosotros hasta el final del viaje.

Cascaditas en el cerro de Salta

Iglesia San Francisco en Salta

Edificio colonial en la plaza mayor de Salta

Una bandera Argentina en Salta

La catedral de Salta en la Plaza 9 de julio

Ruinas de Pucára en Tilcara


Más ruinas en TilcaraUna de las calles deTilcara en la quebrada de Humahuaca

Una llama que escupió a Roberto. ¡Y eso que le estaba dando de comer!

El Puente del Inca, que se creó de forma natural


Allá a lo lejos... el Aconcagua

Con Sota en la Península Valdés. Otoua!!!!


Elefantes marinos durmiendo la mona en la Península Valdés

Los pingüinos!!!
Más pingüinitos!!


Un lobo marino de paseo. ¡Este, por lo menos, se movía!


La cola de una ballena

Tomando el sol en la Península Valdés

sábado, noviembre 18, 2006

Bolivia: Copacabana, La Paz, Uyuni

¡Ché boludos!
Ya, ya... ya sabemos que hace mucho tiempo que no colgamos nada pero es que hemos tenido unos diez días bastante ajetreados. Aquí va el resumen:
De Cusco a Puno tomamos un bus directo por 10 soles que tardó unas 6 horas en llegar. A nuestra llegada nos dimos cuenta de que es una ciudad bastante fea y gris. Casi ninguna casa está terminada y pocas tienen la fachada pintada, con lo cual el entorno se convierte en una masa desordenada de ladrillos y hierros. No muy acogedor. Por lo contrario, el hotel estaba muy bien. Recientemente reformado, agua caliente, baño impecable... un lujo. Se llama hotel Utama, creo recordar (35soles por noche).
Finalmente, la primera impresión que nos dio Puno hizo cambiar nuestros planes, aunque nunca sabremos si de forma acertada o no. En principio, la intención era visitar las islas peruanas del Titicaca: Taquile, Amantani y las islas flotantes de los Uros. Según nuestra guía Amantani no tiene nada especial, Uros es interesante por el hecho de que ellos mismos (los Uros) fabrican sus islas flotantes con una especie de paja que crece en la zona y Taquile es una isla con magia especial. Por el contrario, en el hotel y en información turística nos dicen que Taquile es muy turística y que es más interesante Amantani. Esto nos descolocó un poco. Nosotros queríamos ir sólo a Taquile y dormir allá una noche, pero en el tour que ofrecían la noche se pasaba en Amantani. Lo curioso era que en Amantani dormías en la casa de alguna familia y que por la noche te vestían con sus ropas típicas y te llevaban a una fiesta a bailar... a Roberto no le gustó mucho esta idea... Finalmente, como teníamos previsto ir a otra isla en el Titicaca Boliviano decidimos que con una isla era suficiente. Así que al día siguiente nos dirigimos hacia Copacabana dejando ya atrás el Perú.
Otros españoles que encontramos en Cusco nos comentaron que para cruzar la frontera mejor que tomáramos un bus turístico directo. Ellos fueron con los buses locales por ahorrarse unos soles y tuvieron algún que otro problema. Los buses locales cruzan por una frontera no tan turística y la policía parece que registra con profundidad, tan profundamente que a estos chicos les robaron 100 dólares. ¡Esto es Sudamérica! Siguiendo su consejo tomamos el bus turístico y cruzamos la frontera sin ningún problema. Sellito para aquí, sellito para allá y ¡pam! ya estábamos en Bolivia.
Nuestro primer destino, como hemos dicho antes, fue Copacabana (no la brasileña, claro). Éste es un pueblo tranquilo y bastante turístico a orillas del Titicaca. Allá el lago parece una playa así que es como una Salou de hace 40 años. Nos hospedamos en el Hotel Colonial, no está mal, aunque podría estar un poquito más limpio (60 bolivianos con desayuno= 7.5€). Allá pasamos todo el día paseando por sus calles y tomando algo en uno de los bares que estaba cerca del hotel con un grupete de catalanes que ya habíamos conocido en Cusco. El bar era de dueños argentinos (o eso creemos) era bastante hippiolo, con cojines en el suelo a lo largo de todo el local, velitas y música en directo todos los días. Muy buenos los Pisco Sour, la bebida típica de allá, que lleva Pisco (una bebida alcohólica hecha de la uva), limón y clara de huevo batido, mmmmmmmmm!!
A la mañana siguiente tomamos un barco hacia la isla del Sol donde pasamos un día cruzándola en un trekking de Norte a Sur, unas 5 horitas caminando. Unas vistas muy bonitas. La intención era quedarnos allá a dormir y poder ver la puesta de sol. Hay un hostal en el que la ves desde tu cama, creemos que se llama Inti-kala, pero las nubes no nos permitían disfrutar del espectáculo así que decidimos volver a Copacabana desde donde al menos podríamos disfrutar de una copa en el bar de la noche anterior. La decisión fue acertada, no por ir al bar, sino porque Roberto se empezó a encontrar mal del estómago y pasó una noche con vómitos y fiebre... así que mejor estar en tierra firme.
Al día siguiente, ya viendo que Rober se encontraba mejor tomamos el bus hacia La Paz según lo previsto.
Al entrar en La Paz la vista es impresionante. La ciudad está enclavada dentro de una especie de grieta en medio del altiplano andino donde las cimas se cubren de sencillas construcciones de ladrillo. La parte más alta de la ciudad, la más pobre, se encuentra a 4.000 metros de altura y las parte más baja, la rica, a 3.000. Os podéis imaginar entonces la vista desde arriba.
Al llegar fuimos directos al hostal llamado Arty's House (100 bolivianos=12.5€) , el mejor en el que hemos estado hasta ahora, a pesar de no tener baño privado ni desayuno incluido. Disponíamos de cocina y de una sala de estar con una interminable colección de DVD's que te hace sentir como en casa.
No sabemos si ya es porque estábamos acostumbrados a las ciudades sudamericanas, pero La Paz no nos causó ningún temor ni desconfianza, menos mal que nos contaron ciertas historias cuando ya estábamos en Argentina... La ciudad es bulliciosa y caótica. Lo peor es el tráfico, a parte de ser muy desordenado (cruzar una avenida era toda una aventura), los coches echan una barbaridad de humo que no te deja respirar. Eso y los casi 4.000 metros de altura hacen que un pequeño paseo se haga agotador.
A pesar de todo pasamos allá tres días, uno más de lo previsto. El último día hicimos la turistada, montarnos en un bus turístico que te da una vuelta por la ciudad y te enseña las cosas más turísticas casi sin bajarte del bus. A pesar de todo nos sirvió para hacernos una idea global de la ciudad.
En general los Bolivianos van mucho más a su rollo y agobian un poquito menos a los turistas que en Perú (un poquito sólo). A veces incluso te ignoran.
Un tema que no hemos llegado a dominar es lo del regateo. A veces porque nos sabe mal regatear un boliviano (más o menos 0.10 €) a una pobre mujer, otras porque a la primera de cambio te dicen: "¡oh! ya es buen precio amigo, no lo encontrarás mas barato. Ves y pregunta". Ahí ya nos descolocan y no sabemos cómo seguirles el juego, son grandes profesionales, así que cedemos. La última que nos ha hecho ya desistir del tema fue lo que nos hizo un taxista en La Paz. Le preguntamos cuánto costaba llevarnos a un sitio, dijo 6 bolivianos, le dijimos que era mucho, que le dábamos 5 y sin decir nada arrancó y nos dejó allí plantados con cara de tontos. Así que ahora nos dedicamos a preguntar medio en broma si tienen descuento para estudiantes, ¡a veces cuela!
Una de las actividades más populares que se puede hacer a los alrededores de La Paz es una bajada en bicicleta por la carretera más peligrosa del mundo. Pero no os preocupéis, Nuria se encargó de romper las ilusiones de Roberto por hacer la cabra por una carretera llena de abismos. De todas maneras, la gente que hemos conocido dicen que es una experiencia única.
El domingo finalmente tomamos un bus de La Paz a Oruro (10 bolivianos) desde donde tomaríamos un tren hacia Uyuni. Allí llegamos a las tres de la madrugada, así que alquilamos una habitación por unas pocas horas ya que a las 7 am teníamos previsto levantarnos para buscar una agencia para hacer el tour del salar ese mismo día. Finalmente, y después del acoso, nos decidimos por la agencia Brisa Tours, nos los dejó barato (55 dólares) ya que estaba desesperada porque sólo le quedaban dos plazas para completar el jeep. El tour con la agencia es bastante recomendable, el coche no se estropeó (cosa que era frecuente en jeeps de otras agencias) y en general no tuvimos problemas. Lo peor fue la cocinera de nuestro grupo, una jovencita que no hacía más que enfadarse con nosotros porque no estábamos como un clavo a la hora que ella quería para comer. Luego le pedías algo y no te lo daba, contestando de mala gana... También hacía cosas raras como abrazar una mañana a Nuria sin ton ni son después de haber estado todo el tiempo poniendo malas caras. No acabamos de entender a esta chica, la verdad... El conductor... bueno, si no tenemos en cuenta de que se iba durmiendo en el coche cada dos por tres, era pasable. Por lo menos el grupo fue bastante divertido. Dos chicas suizas y dos japoneses, también conocimos gente de otros grupos con los que jugamos a cartas y nos echamos unas risas.
El salar de Uyuni es el más grande del mundo y es simplemente impresionante. Un desierto de km y km de sal y en medio de la gran llanura blanca la isla del pescado, un montículo con gran cantidad de cactus milenarios. Tras la visita al salar el tour continuó hacia las lagunas, el árbol de piedra, laguna colorada, los géiseres y la laguna verde. Todo este paisaje estuvo acompañado de una gran cantidad de vicuñas (un tipo de alpaquita), flamencos e incluso zorros y águilas. Lo malo del tour es que el último día se tiene que hacer el camino de vuelta a Uyuni de una tirada. Al final te pasas unas 13 horas dentro del jeep. A pesar de todo, merece la pena sobre todo por el salar. En época de lluvias (a partir de mediados de diciembre) el salar se cubre con una fina capa de agua, lo cual hace que el cielo se vea reflejado en el agua perdiendo así cualquier referencia del horizonte. ¡Tendremos que volver para verlo!
Tras la paliza en el jeep volvimos al hostal, el Sajama, donde nos dejaron duchar (7 bolivianos, eso sí). Tras la merecida ducha después de tres días sin hacerlo rodeados de polvo fuimos a cenar una pizza. Después nos dirigimos hacia la estación de trenes donde debíamos esperar el tren, que salía a las 2.30 am, hacia la frontera con Argentina. Llegamos a Villazón a las 13 horas y pasamos la frontera sin dificultades, pero con largas colas. Ya en la Quiaca, el primer pueblo Argentino, tomamos un bus hacia Salta (¡otras 7 horas de viaje!), donde nos encontramos en estos momentos recuperándonos de la paliza del viaje.
Aquí van unas fotitos:


Paseando por la isla del Sol

En la Isla del Sol

Más Isla del Sol


La catedral de Copacabana


El lago Titicaca en Copacabana

Vistas del Titicaca desde el hostal

Pues eso, una papelera en Copacabana

La Plaza Murillo (plaza mayor) de La Paz

Desfile en la Plaza Murillo

Un autobús de La Paz


Mercado en La Paz

La Plaza San Francisco

Dos Bolivianas en la Plaza San Francisco

Nuestro querido hostel en La Paz :-)

En la isla del pescado. De fondo el salar

Esos cactus??

El grupete en la carretera!

En San Juan. El primer pueblo donde dormimos durante el tour del salar


A la mañana siguiente antes de partir

Una de las lagunas

La misma laguna


La laguna Hedionda. Que, por cierto olía un poco mal...


Una roca de lava


Un volc´´an que está todavía activo (veis un poquito de humo?)


Rober haciendo el tonto en medio de la nada


El árbol de piedra

La laguna colorada. Eso rojo, aunque parezca increíble, es agua


Más laguna colorada

La cenita durante la segunda noche en el tour



Jugando a cartas con un poquito de ron :-)

Los géiseres, muy de madrugada...


Otro géiser


Unas aguas termales


La laguna verde

De camino a Argentina!